Me llaman... Me llamo...

(Guión cinematográfico)

La historia se sitúa temporalmente entre los años 1960 y pocos hasta 1994-95.  La acción se desarrolla en Madrid, fundamentalmente, aunque hay una incursión en Bilbao.

 

Tiene una estructura circular, empezando por el final, es decir, a mediados de los 90 en un club nocurno de Madrid. Ya en las primeras secuencias, vamos a dislocarnos treinta años atrás, y la acción seguirá un ritmo lineal hasta volver, al final, al momento del principio.

 

Com ello se traza una trayectoria que es la de la protagonista. Ésta va a adquirir diversos nombres a lo largo de la historia. Desde niña en un barrio de chabolas en la capital (Maria Concepción), pasando por cantante de éxito fulgurante y efimerísimo (Sara Magal), retornando durante un lapso de tiempo, en la vida civil a Maria Concepción, y, posteriormente, por azares del destino, convertida en la travesti Sarita Montez, imitándose a sí misma, a la Sara Magal del éxito fulgurante.

 

Nos encontramos aquí con un melodrama en clave de comedia de una historia enreversada y muy humana. Jugando con el equívoco de su identidad sexual (el nombre del guión lo refleja), los avatares de la protagonista van dando la medida de esos cambios de la sociedad española a lo largo de los años. Pero más que una crónica, resulta una comedia que refleja la capacidad del ser humano de adaptación ante las circunstancias difíciles, así como de las relaciones humanas que se crean en el camino.

 

El eje de la identidad sexual de la protagonista, traumatizada en su infancia por un acontecimiento decisivo, y con la cotidiana necesidad de sobrevivir, los personajes que la rodean, todo irá evolucionando hacia un final feliz y bastante atípico.

 

La España de las chabolas, de Joselito y Marisol, de la transición democrática, de comienzo de los graves problemas del País Vasco, de la explosión que significa la movida madrileña en los usos y costumbres de los españoles, quedan reflejados a través del itinerario de nuestra protagonista.

 

Tampoco falta su elemento surrealista, como es la historia de la planta. No en balde el escritor de la historia es brasileño. La planta aporta una dimensión casi fantástica (y muy visual, de gran riqueza plástica) de las vueltas y revueltas de la psique confundida de la protagonista, de sus dudas e incertezas en el oscuro mundo del sexo que se dibuja al fondo de la historia. También los espejos juegan un papel importante en esa dimensión.

 

Maria Concepción, niña pobre, Sara Magal cantante de éxito hortera, Maria Concepción de nuevo como secretaria de una empresa vasca, y Sarita Montez que nace al pasear la protagonista cansada de buscar trabajo, por el barrio de Chueca de Madrid  Y ya la triunfante Sarita Sara Maria Concepción Juan, que va a firmar el contrato con el ya prestigioso Pedro Almodóvar que la catapultará al estrellato.   Cada uno de esos rostros forman el caleidoscopio de una historia como ésta que esperamos sea de su agrado.